Barbara Rachko - Pasteles del carnaval

De la autora:

En realidad, las máscaras festivas de estuco o tela que llevan los bailarines para cubrir sus máscaras psicológicas de sumisión, indiferencia y autocensura, les permiten mostrar sus verdaderos rostros. En virtud de esta paradójica cobertura por descubrir, todos los deseos inconfesados, las energías reprimidas y los resentimientos ocultos se desbordan en un torrente de color, movimiento y melodía: un magnífico despertar de una cultura dormida.

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Mi antigua fascinación por las máscaras tradicionales dio un salto adelante en la primavera de 2017 cuando visité el Museo Nacional de Etnografía y Folklore en La Paz, Bolivia. Una exposición en particular a la vista, con más de cincuenta máscaras de festivales, fue completamente fascinante.

Las máscaras eran viejas y habían sido elaboradas en Oruro, un antiguo centro minero de estaño a unas 140 millas al sur de La Paz en el frío Altiplano (elevación 12,000 '). Representando figuras importantes de las tradiciones del folclore boliviano, las máscaras fueron creadas para su uso en las celebraciones de Carnaval que ocurren cada año a fines de febrero o principios de marzo.

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El Carnaval de Oruro gira en torno a tres grandes bailes. La danza de "Los Incas" registra la conquista y muerte de Atahualpa, el emperador Inca cuando los españoles llegaron en 1532. Una vez se asumió que la danza de "La Morenada" representaba a los esclavos negros que trabajaban en las minas, pero la verdad es más complicada ( e incierto) ya que solo a los indios mitayo se les permitía hacer este trabajo. La danza de "La Diablada" representa a San Miguel luchando contra Lucifer y los siete pecados capitales. Estos últimos estaban originalmente disfrazados con siete máscaras diferentes derivadas de símbolos cristianos medievales y en su mayoría desprovistas de elementos precolombinos (a excepción de los animales totémicos que se adhirieron al cristianismo después de la conquista). Típicamente, en estos bailes el gallo representa el Orgullo, la envidia del perro, la codicia del cerdo, la lujuria diabólica femenina, etc.

La exhibición en La Paz fue impactante y dramática. Cada máscara se instaló meticulosamente contra una pared de color negro oscuro y se iluminó estratégicamente para que cobrara vida. Todo el efecto fue asombroso. Las máscaras parecían versiones en 3D de mis "Pinturas negras", una serie de pinturas al pastel que he estado creando durante diez años. Esta experiencia fue un regalo… ¡Apenas podía creer mi buena suerte!

Sabiendo que estaba viendo el nacimiento de una nueva serie, les dije tanto a mis compañeros como me quedé atrás mientras exploraban otras partes del museo, dediqué un tiempo considerable a componer fotografías. En consecuencia, tengo suficiente material de referencia para crear nuevas pinturas al pastel en el estudio durante varios años. La serie, titulada “Bolivianos”, es posiblemente mi trabajo más fuerte y sorprendente hasta la fecha.